La realidad es un espejo. En primer lugar, jamás nos percatamos que lo vemos invertido. Y en segundo, en nuestras percepciones nosotros mismos nos proyectamos.
domingo, 26 de octubre de 2008
Triada infinita
Componente 1: Alienación
La fila de los pasajeros es larga. Me encuentro agitada. Todos repetimos números. Me desespera la desesperación de las personas que esperan impacientes que termine de colocar las monedas.
Monedas: objetos de abstracción. Posibilidades infinitas. Ahora me transportan al encierro, al automatismo. El ómnibus traspasa las vías del tren, fábricas de ladrillos de Dickens que enmugra con nubes grises el cielo rosado casi galáctico del amanecer. Son tiempos modernos que retornan.
Yo camino lentamente, te observo. No sé quién soy. Me demuestro desnuda. Desnuda y sumisa.
Componente 2: La entrega
Sumisión. El Munt me despoja las vestiduras. Me desvelo. Muestro mis cicatrices húmedas. Me desvivo, te ansío. El fin de toda mi vida ha estado destinada a esta unidad. Te miro a los ojos, te penetro. Soy servil al jefe de la Sippe.
Componente 3: Libertad
El punto culmine, no puedo hablar.
Estás áspero, frío, distante. Llueve y no hablar. Miro a través del vidrio al hombre desaseado que mira el partido de football en aquel bar de mala muerte. Yo me escabullo en su contemplación. Estoy adentro.
Entiendo que querés abandonarme. No quiero escucharte más. La boca de mi estómago arde. Mi corazón se agita. El grito de Munch.
Vuelven las palabras del manipular gerente: "No eres responsable, no eres metódica" y prosigue ante mis interrupciones. –Callate y dejame hablar-.
Un ser terriblemente autoritario que ejercés el poder que te han delegado. Yo sólo quiero correr desnuda, sólo necesito la paz que antes me brindabas.
El teléfono suena alienado otra vez.-Credi consumol, buenos días. Mi nombre es Eva. ¿En qué lo puedo ayudar?- La sonrisa forzada de la voz con falsas sonrisas.
Otra vez me retás y me siento pequeña. Entonces, dejo que el Munt abuse de mí.
Abrazás a la pobre niña. Pero ésta se convierte en mujer en tus brazos. La niña huye, esquiva tu mirada.
Otra vez me pierdo por la ventana. Huyo en un bocinazo, en las altas luces. La sensación de incertidumbre se pudre en mi estómago otra vez dolorido.
Deseo sólo el poder. Sólo deseo liberarte.
¿Cómo saltar esté círculo infinito? Cómo bajar estas escaleras que se emperran en subirme.
Me muestro desnuda en este festival de máscaras. Pero nada es suficiente para desaparecer. La idea eterna retorna.
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